- Responsabilidad
Cuando te encuentres teniendo expectativas de que alguien se comporte de determinada manera, y te frustre que no lo haga, pregúntate:
¿por qué tendría que cambiar alguien algo, sólo para que no tenga yo que hacer un cambio, sólo porque a mí me cueste o no sea capaz?
¿De qué otra forma, o desde qué otra perspectiva podría ver esa situación, de forma que yo pase a ser el sujeto de esta acción y no el predicado?
Si cambias la perspectiva ( enfoque en ti) lo cambias todo.
¿De quién es la responsabilidad de tu felicidad?
¿De quién es la responsabilidad de conseguir lo que deseas?
Hay una trampa generalizada y normalizada, que consiste en hacer responsable a cualquier persona que no sea uno mismo/a. Por ejemplo, a tus padres, a una pareja, a tu jefe, a tus profesores, a la sociedad o al vecino.
¿Qué podría cambiar yo en mí para acercarme a mis deseos?
¿Qué me impide hacer cambios en mi vida?
2. El foco de atención en ti
En una conversación, tómate tiempo para escuchar y observar a los demás, y contestar con calma.
El foco de atención, ponlo en los demás sólo para obtener información, relevante para tí ( la dirección es de fuera hacia dentro, hacia tí).
Lo importante es que te centres en lo que tú quieres compartir, comunicar, en lo que es importante para ti.
No es tan importante lo que creas que ellos quieren escuchar, aunque en principio sea lo que te parece.
Si tu atención va hacia fuera, intentas que la información sea relevante para los demás , intentas buscar una reacción en ellos. Así se convierten en la prioridad, y te olvidas de tí, incluso agotándote mentalmente para obtener un feedback positivo. Para sentir que gustas, que te aprueban.
Cuando miramos hacia fuera, y nuestro comportamiento está enfocado a cambiar ese exterior, además de estar consumiendo energía de forma innecesaria, una vez más estamos dando a los demás la responsabilidad y el control de nuestra vida. Porque en base a lo que percibimos, así nos sentimos.
¿De qué los quieres convencer? ¿pasas más tiempo intentando agradar a los demás o disfrutando de una conversación?
Si en el primer punto intentamos controlar los actos de los demás, en este punto lo que intentamos es controlar sus pensamientos, sus opiniones y sus emociones a través de atender a sus comportamientos, gestos, etc. Pero es una ilusión de control. Seguramente nos estemos equivocando en nuestras suposiciones.
Si te tomas tu tiempo para escuchar con calma, y te tomas tu tiempo para responder con calma, esas respuestas van a estar cada vez más en línea con tu esencia.
Van a ser cada vez más genuinas y auténticas en vez de estar distorsionadas y transformadas por tus inseguridades.
Y a medida que te sientes más cómodo/a también te sentirás más fuerte.
Y lo más probable es que a los demás les resultes mucho más atractivo. La inseguridad no es atractiva.
Si no tuvieras miedo a que te juzguen, o a que no gustes, ¿ cómo te comportarías?
¿en qué situación podrías hacer la prueba?
3. Valoración
Probablemente acostumbras a valorar ( rallarte) tu actuación después de una de esas conversaciones (dependiendo de la seguridad y confianza que haya, será más o menos).
Si pudiste demostrar que estabas a la altura, te sentirás satisfecho.
Y la próxima vez tendrás que volver a dar la talla, y dependiendo de qué expectativas hayas generado ( desde tu perspectiva), podría ser incluso más esfuerzo.
Al contrario de lo que buscamos, el resultado es que nos convertimos en marionetas. Estamos actuando así para conseguir una tranquilidad en nosotros mismos. Pero es una necesidad de aceptación y valoración por parte de los demás lo que buscamos. Mientras miremos hacia fuera, no podemos crear nada dentro.
(Un ejemplo de la valoración que buscamos son las publicaciones en insta gran sobre nuestra vida personal)
Tu mente se esfuerza cada vez más, puedes ser experto/a, pero ¿cómo te sientes?
¿te acercas a esa imagen ideal de tí mismo?
Buscamos cubrir carencias, para sentirnos mejor, quejándonos de que no nos valoran.
Esto puede pasar tanto en familia, en pareja, como en el trabajo. Esa falta de valoración por parte de los demás nos frustra porque vemos que da igual lo que hagamos, no suele ser suficiente.
Por otro lado, al centrarnos en buscar la valoración, una parte de la concentración no se está dirigiendo al objetivo o actividad o trabajo en cuestión. Una parte del cerebro está ocupada en recibir señales de aprobación.
Imagínate los resultados si el 100% de tu concentración va al objetivo concreto ( sin tener en cuenta la valoración de los demás).
Cuando no se cumplen tus expectativas, la opinión y los juicios que haces sobre los que no te valoran, son negativos. Y creas emociones como resentimiento y enfado hacia ellos.
Y actúas conforme a esas emociones. Ellos a su vez también reciben esas señales y también actúan conforme a ellas. ( Todo esto puede pasar de forma bastante inconsciente)
La (auto)estima, ¿puede ser cubierta por alguien externo a ti?
¿podría llamarse autoestima, si te la transmitieran los demás?
¿podría alguien ir al gimnasio para fortalecer tus músculos?
un ejercicio: renuncia a esas valoraciones por parte de los demás, concéntrate en hacer las cosas que a ti te gustan y te enriquecen y asume tu responsabilidad.
Con estas claves y entrenamiento verás resultados.
La autoestima se crea dentro para sentirla dentro, ¿dónde vas a poner tu foco de atención?
Rosana Santomé